La última campanada da las Once en la
iglesia de la plaza. Sopla un viento frío que empuja las hojas secas y aprieta
el paso de los pocos que se han atrevido a salir a la calle. Una figura
embutida en abrigo negro cruza la calle con paso lento. La bufanda le cubre
media cara y el sombrero hace el resto. Con paso decidido, rehuyendo las luces
de las farolas, se dirige a la entrada del bar. Allí le espera una partida de
Mitos muy especial. Entra en el preciso momento que un sonido lejano de
tormenta reclama la atención de los que allí se encuentran.
Se sienta enfrente de su rival, el cual
ya está barajando su mazo mientras pide una cerveza. Abre la bandolera gastada
y saca el mazo, dejando escapar una leve sonrisa. Otro trueno más cercano. Ya
se acerca. Los murmullos de la gente ocupan el lugar.
Pone el Panteón en la mesa. Coloca los
contadores y empiezan.
Los Oráculos se revelan y aparece un Gul.
Hoy es luna llena y todo puede suceder aunque aún no es el momento. La Criatura
de Victor aparece también pero no hay poder suficiente y es enviado al K.O.
Afuera, la gente apresura el paso y en las noticias del televisor del bar
empiezan a relatar sucesos extraños…. Una tormenta eléctrica ha hecho caer un
rayo en el viejo caserón de la colina.
Samhain aparece y de la tumba Franky
vuelve a la vida. Una sonrisa maquiavélica recorre su rostro ahora iluminado
por la luz de la luna que se cuela entre las nubes y el cristal mientras asesta
un duro golpe en las tropas del rival, al cual le recorre un escalofrío cuando
en el turno siguiente Vladimir aparece. No sabe qué le pasa. Sus miembros han
quedado paralizados y no puede reaccionar. La mirada de su rival le deja
clavado en su silla. Es entonces cuando empieza a oír un leve susurro que se
escapa de los labios de la misteriosa figura que tiene delante. Parece una
estrofa repetida, un salmo indescifrable…. Gritos…. ¿Gritos en el exterior? Las
personas que allí se encuentran se apelotonan en las ventanas. Algo está
pasando en la calle. Se levanta, dejando sentado a su rival, quien sigue
absorto en la partida y su canción.
De repente, las luces del bar se apagan
y el dueño masculla una maldición contra la compañía eléctrica. Un relámpago
ilumina el interior.
-¡Soggoth!¡Soggoth! empieza a chillar el
jugador de negro mientras recluta el Monstruo en la mesa. Con un puñetazo en la
mesa se levanta y sin mediar palabra sale fuera del bar. Otro relámpago ilumina
su figura en mitad de la calle mientras una sonora carcajada hace eco en las
paredes ya gastadas y desaparece en las sombras.
En segundos la tormenta cesa y vuelve la
luz al bar. El jugador mira la mesa donde hace unos minutos estaba sentado con
su oponente. Las cartas han desaparecido. Todas menos el panteón del otro
jugador. Con manos temblorosas lo recoge. Está gastado y descolorido pero aún
se puede leer la palabra Transilvania en él.
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